Nos dice Irene Vallejo en su hermoso ensayo El infinito en un junco:
“Hoy existe una iniciativa llamada Proyecto Rosetta que aspira a proteger de la extinción a las lenguas humanas. Los lingüistas, antropólogos e informáticos responsables del proyecto, con sede en San Francisco, han diseñado un disco de níquel donde se las han ingeniado para grabar a escala microscópica un mismo texto en su traducción a mil idiomas. (…) El disco es una piedra de Rosetta universal y portátil , un acto de resistencia frente al olvido irrevocable de las palabras.”
No obstante lo anterior, pienso que muchas lenguas se perderán irremediablemente como ya tantas se han perdido, algunas quizás se salven del olvido. Aunque el esfuerzo del Proyecto Rosetta es loable, un cambio en la tecnología podría dar al traste con el disco de níquel de modo que resultara ilegible. Por otro lado, las lenguas allí registradas requieren de un canon literario que muchas están lejos de poseer y que permitiría recuperar buena parte de la cosmovisión de los pueblos que las hablan.
Hoy en el mundo hay registro de millones de textos efímeros muchos, ociosos otros y sin duda, valiosos unos cuantos. Las personas parecen tener un ansia incontenible de comunicar; hablan o escriben mensajes cortos que lanzan al vacío de las redes o plataformas informáticas al modo de las sondas interestelares o las ondas de radio del programa SETI que intentan hacer sentir nuestra presencia en un universo infinito que permanece obstinadamente silencioso, al menos hasta ahora.
¿Será que el ser humano se siente solo y ansía comunicarse pero desconoce a su interlocutor o no le importa? He visto, escuchado o leído a hombres y mujeres hablar de sus personalísimas condiciones sin venir al caso y sin ningún rubor, a un grado tal, que me hacen pensar que la intimidad ya no les importa o bien que la han perdido.
Mostrar sus miserias o pretendidas grandezas de esa manera no implica que sean la verdad de su condición, hace falta mas que desvergüenza para mostrarnos tal y como somos, para eso la humanidad inventó el arte.La poesía, decía el vate español Miguel Hernández, es la forma en como el artista muestra al lector sus secretos descifrables sólo en clave de imágenes, metáforas y musicalidad con que se alegra o sufre. Nada de eso hay en los vanos intentos de comunicar que he visto en la virtualidad de la tecnología moderna.
Pero la vacuidad de los mensajes referidos no es el único mal que nos aqueja, hay que agregar a quienes insisten en distorsionar la lengua castellana con un habla o una escritura llamadas incluyentes, que en realidad excluyen las ideas y dificultan su comunicación. Siento vergüenza ajena cuando los escucho hablar o escribir de esa manera, aunque a veces también los compadezco.
Las injusticias que hoy sufren las mujeres en todo el mundo no se resuelven distorsionando la comunicación y menos lanzando mensajes de odio con los que se pretende confrontar a las dos caras de la humanidad: a los hombre contra las mujeres o a las mujeres contra los hombres, que no es lo mismo pero es igual, diría el poeta y cantor cubano Silvio Rodríguez.
Algo semejante le sucede a la literatura en la que hoy se pretende incluir adefesios que muchos ignorantes con un gusto degradado, alaban como pretendidas novelas, cuentos, ensayos o poemarios. Por eso celebro el exquisito ensayo de Vallejo con cuya cita inicié estas reflexiones.
A propósito de reflexiones: quizá, pero sólo quizá, lo que nos hace falta es reflexionar, es decir, pensar para nosotros mismos, de modo que si decidimos publicar nuestras reflexiones, que quien se asome a ellas no se llame a escándalo, porque el escribiente no pretenden convencerlo de nada, porque de él sólo atisba un diálogo ensimismado.
La falta de reflexión quizá indique que no aceptamos nuestra soledad inducida, por causa del individualismo que vivimos y por lo mismo buscamos una salida fácil al arrojar al vacío cibernético una falsa intimidad personal reclamando atención a lo indefinido. Creo, en cambio, que la solución está en comunicarnos sin más mediación que la palabra fiel al pensamiento, la del texto sincero o la abrumadora verdad de la literatura; o mejor aún, sin mediación alguna, para que el Proyecto Rosetta salvador consista en descifrarnos unos a otros viéndonos, tocándonos, oliéndonos, volviendo a ser un nosotros aun en el silencio.